Zaragoza, 6 de junio de 2024.- El III Premio AVANZA de Microrrelatos ‘Historias de autobús’, convocado por AVANZA y la Feria del Libro de Zaragoza, ha recaído en el relato ‘Ahora que ya no’, de Sergio Royo Bueno. El relato finalista ha sido ‘Escritor fantasma’ de Carlos García Esteban, mientras que ‘Unos pequeños instantes’, obra de María Serrano Sánchez, ha obtenido el premio en la categoría Juvenil creada en esta edición. El relato ganador recibe un premio de 500 euros y el finalista de 200 euros, mientras que la categoría Juvenil está dotada con 100 euros canjeables por libros.
El fallo del jurado se ha hecho público durante un acto, organizado en el marco de la Feria del Libro de Zaragoza, en el que Guillermo Ríos, director de AVANZA en Zaragoza, y Ángel Gálvez, secretario general de la Comisión Permanente del Libro de Zaragoza (COPELI) han hecho entrega de los premios a los autores.
A este galardón literario, en su tercera edición, han concurrido 175 escritoras y escritores con sus relatos. El jurado, formado por representantes de AVANZA, COPELI y las Asociaciones Aragonesas de Escritores, Libreros y Editores, ha destacado la calidad literaria de los textos y su creatividad, así como la puesta en valor del autobús en la vida cotidiana de las personas. El Premio AVANZA de Microrrelatos pretende incentivar la creación literaria y la participación ciudadana, fomentar el uso del autobús urbano y llevar el nombre de la Feria del Libro a todos los rincones de la ciudad.
AHORA QUE YA NO
Siempre he pensado que todo lo que nos pasa nos pasa en el transcurso entre una parada de autobús y la siguiente. Ya sabes, las miradas que nos cambian la vida, el diagnóstico o el accidente, el resplandor de los ojos recién nacidos y el llanto del hijo. No voy a decirte que esté mejor aquí, amor, o que no te eche de menos. Desde que me fui yo ya no soy aquel anciano que cogía el bus cada tarde al que tú esperabas con la cena recién hecha (la tortilla de ajos tiernos) para que yo te contara que la tarjeta de jubilado me había llevado al Oliver o a Valdefierro. Me bajaba, paseaba, veía cómo vivía la gente del barrio y volvía a San José, donde llevábamos viviendo juntos tantos años. No sé cómo será el mundo ahora que ya me he apeado ni cómo serán tus tardes ahora que ya no aguardas mi regreso. Puedo imaginarte sentada frente a la misma televisión, allí donde tantas veces compartimos la intimidad de un cuarto piso. Y esa tristeza de la ausencia. Ya sabes, todo lo que nos pasa sucede entre una parada y la siguiente: así te dije adiós después de más de cincuenta años y es extraño que el mundo siga girando, que las puertas se sigan abriendo y los autobuses circulando ahora que ya no me subo en las tardes entresemana. Ahora que ya no. Ahora que solo soy aquel recuerdo.
Sergio Royo Bueno
ESCRITOR FANTASMA
El fantasma del autobús nocturno intentaba aterrorizarme todas las noches. «Aquí me maté yo», me decía. «Pero ¿cómo te vas a morir tú en un viaje del urbano?», le respondía tronchado de risa. «Me mató el asesino del bus», se inventó en otra ocasión. Así, una trola tras otra, en un empeño inútil de provocarme pavor. Un día lo debí de pillar sensible y se quebró: «soy un fracaso como espíritu. No consigo asustar a nadie», balbuceó entre pucheros. «En realidad morí de una enfermedad. Al volverme un espectro me asignaron este trabajo. De vivo tampoco es que fuese un prodigio, pero es que, de muerto, lo único que da miedo es mi incompetencia». Estuve consolándole todo el trayecto y también las noches que vinieron después. Acabamos haciendo amistad y empecé a aconsejarle: «tienes que buscar una historia mejor, más elaborada». Cada viaje nos sacábamos de la manga un nuevo relato: que si había sido el primer conductor de autobuses de la ciudad, que si le cayó una maldición de un pasajero rabioso, que si su línea conducía a otra dimensión… una trabajada y horripilante ficción que pondría la piel de gallina a cualquiera. Me había advertido de que, hasta que no asustase a alguien, no le dejarían pasar a la siguiente vida. Hoy es el primer día que no se me aparece. Me alegro por él. Donde quiera que esté, sé que él también se alegrará cuando sepa que van a publicar nuestro libro.
Carlos García Esteban
UNOS PEQUEÑOS INSTANTES
Querido yayo,
Hace un tiempo que no hablamos y han ocurrido novedades en nuestro bus. Como siempre al montarme, Carlos me ha saludado con una sonrisa de oreja a oreja, a pesar de haber pasado la noche sin dormir por su recién nacida. No importa qué haya ocurrido, él siempre sonríe mientras conduce por las estrechas calles de nuestra Zaragoza.
Carolina, la chica del bolso rosa, venía cabizbaja y con los ojos llorosos. Su novio Daniel la ha dejado debido a la distancia que los separará a partir de septiembre. Oscar venía enzarzado entre nervios e ilusiones, hoy tiene una entrevista de trabajo que determinará su futuro y le permitirá cumplir su sueño. Marina en cambio traía una lágrima colgando de su mejilla, demostrando que seguramente el tratamiento contra el cáncer de su madre no está funcionando. La señora González cada vez depende más de Pilar, me entristece pensar que el Alzheimer le está ganando la batalla.
Hace cinco años, cuando cogíamos el bus juntos diariamente, me preguntaste qué era el autobús para mí. Naturalmente como una niña de diez años que era te dije que lo que nos lleva al cole. Hoy lo he entendido. El autobús son unos pequeños instantes en los que unas pocas vidas se unen para dirigirse juntas a sus distintos destinos. Tres años después de tu partida, te seguimos echando de menos. Nadie ha ocupado tu asiento al lado de la ventana porque gracias a ti los que éramos desconocidos ahora somos familia.
María Serrano Sánchez